Introducción

Algo de historia


 HISTORIA: Francisco Rodríguez García comenzó con la herrería hacia el año 1910. Murió joven, con poco más de 40 años. Continuó con la herrería su hijo Francisco Rodríguez Henríquez, que estuvo durante muchos años al frente de la misma, para luego, actualmente, seguir sus nietos Juan Antonio, Amado y José Luis Rodríguez Santana. Incluso una cuarta generación ya está funcionando, ya que uno de los hijos de Juan Antonio (Jonathan Rodríguez) trabaja en el negocio familiar. Nos comenta Juan Antonio que su padre murió con 85 años de edad y que mantuvo las labores de herrería hasta hará 25 años. Hace 35 años combinaron durante 10 años herrería y carpintería metálica, pasado este tiempo se dedicaron exclusivamente a las labores típicas de carpintería metálica, que combinan hoy con la elaboración de puertas automáticas. En esta época de finales de los años 70, la carpintería metálica era a base de remaches y la primera máquina eléctrica con que contaron fue un soldador. Hubo una época en que su padre incluso se desplazaba a Jinámar a herrar 14 mulos en la zona actual de la potabilizadora, que se dedicaban a extraer arena para la construcción. Recuerda Juan Antonio, que como materia prima en el pasado se utilizaban para hacer las carretillas, los bidones de melaza, aceite o manteca que la gente usaba y después tenían que tirar. Primero se les prendía fuego para quitarles la grasa. Se cortaban a la mitad y cada pieza resultante se enderezaba dándoles martillazos sobre el suelo. Posteriormente, se cogía un molde o plantilla de cartón para marcar la pieza y se cortaba. Por último, se remachaba para finalmente obtener la caja de la carretilla. También se elaboraban herraduras, al igual que las propias tachas. Por estos años contaba Francisco en la Herrería con un solo ayudante que era conocido como Pepe “el faldú”. Gracias a esto Francisco podía desplazarse a lugares como el barranco de la virgen, donde además de ir herrando a las bestias de los lugareños, se dedicaba a vacunar o a capar a los animales (el capado se realizaba sin anestesia alguna). 

DESCRIPCIÓN: Local de sólo una planta irregular, con la fachada de entrada de unos 6 metros de longitud que se va ensanchando a medida que recorremos el establecimiento, alcanzando al fondo del mismo una anchura de cerca de 12 metros, con una longitud aproximada entre fachada y fondo de unos 30 metros. El local se compartimenta en varias dependencias, a la entrada encontramos la oficina, seguidamente una zona de almacenaje. Le siguen dos cuartos o zonas de taller, en los cuales se trabajan las piezas a soldar sobre burras metálicas. En la dependencia del fondo, aparte de la zona de soldadura se encuentran un almacén, un baño y un vestuario. La zona de almacenaje se separa del primer taller mediante un muro con un vano o puerta abierta con arco de medio punto. Tanto la zona de almacenaje como la estancia del primer taller se cubren con un techo a dos aguas de aluminio, mientras que el último cuarto tiene un techo plano de uralita.

OBSERVACIONES GENERALES: En los primeros tiempos en que empezaron a soldar, nos comenta Juan Antonio que era mediante el calentamiento de las piezas que se quería juntar, para luego entre ellas colocar una malla impregnada con una pasta especial. A Francisco Rodríguez Henríquez se le conocía como Paco Yánez, de ahí el nombre actual de la carpintería metálica. Nos comenta su hijo que puede venir a raíz de que su abuelo Francisco Rodríguez García, tenía una perra ratonera que se llamaba “Llana” y de ahí fue derivando hasta Yánez, por lo que la herrería y la carpintería metálica finalmente es conocida como Paco Yánez